Les compartimos el texto de la presentación del libro Travesía de Fernando Valli, último libro de la Serie Poesía publicado por Ediciones La Yunta.
Alguna vez me pregunte si un libro podía
transformar el mundo, por supuesto que recurrí a ejemplos magnos como El Contrato Social, La Biblia y/o El Capital
pero aun así no estaba convencido de que los hechos de discurso hicieran de
parteros de los hechos históricos.
Después busque moderar la pregunta y pensé
por ejemplo en Las Penas de Amor del
joven Werther que llevo a un record de suicidios pero también luego me
respondí, contra mí mismo, que esa época era proclive a tomar románticamente
esos actos sin suponer que el protagonista no quedaría enterado de la dimensión
sensible de su muerte.
Pero de alguno obtuve una certeza: escribir
un libro transforma a un sujeto, lo performa, lo hace escritor, le da una vía
de existencia, lo hace consistir. Pensé entonces también en el poder de la
palabra, en como unas líneas pueden convertirse en líneas de fuerza.
No cuento esto para contarles mis
divagaciones, sino para contarles sobre un libro, sobre este libro que no por
nada (aunque Fernando Valli suponga que pudo haber sido una elección gustosa
pero también azarosa) sobre este libro que comienza con una cita de Stevenson
el autor de la Isla del tesoro.
La
cita al comienzo del libro es, más allá del juego de palabras, un encuentro. El
encuentro con una elección que en este caso para mí que me coloco como autor
desprevenido, es el comienzo de aquello que después seguirá como una travesía. La
cita dice: “el valiente volvió las espaldas al cocinero y echó a andar hacia la
playa”.
Hay alguien que toma distancia y empieza a
transitar playa, arena, palabras, colinas, aunque eso es lo de menos en tanto
que hay un recorrido y hay un relato de ese recorrido.
En ese sentido Travesía mantiene la tradición y la dignidad de dos relatos que
toman un trayecto como un tractus, como un tratado, como un tramo. Y cada uno
hace del trayecto una experiencia. Y como ustedes saben solo se puede hablar de
experiencia cuando se desprende de un hecho una enseñanza.
Uno de estos relatos es La Odisea en donde como suele suceder
hay un protagonista que se enfrenta con un destino y quiere arreglárselas de
alguna manera. Así es que Ulises para no hacer como los otros viajeros, además
de taparse los oídos se ata al palo mayor de la embarcación y resiste el canto
de las sirenas, de las mujeres peces que terminarían por devorarlo. Y Fernando
Valli, autor de la odisea de escribir un libro, dice en uno de sus últimos
poemas precisamente: “en los bordes de la ciudad lejos del canto de las sirenas
pululan los gritos y otras sirenas…”
Y el otro relato es On the way, En el camino, de Jack Kerouac, demasiados siglos
separan uno de otro texto, pero son equivalentes en lo que hace a la dimensión
de la travesía como relato de una enseñanza que forma una experiencia. Y
Fernando Valli, autor de un libro que dice de un camino, escribe “viaje épico a
la isla de donde partimos”.
La travesía de Fernando Valli incluye
cuatro estaciones, cada una tiene su clima pero en el sentido de que si bien
una retórica persiste, hay tratamientos de diferentes territorios que pueden ir
desde un paisaje desolado,” una punta de piedra retiene el relato”, a una
geografía que hace estampa con el mar : “ flotando mi barca en un lugar cualquiera”,
la esperanza de un destino en esa navegación de otras páginas: “ ¿nos guiará la
rosa de los vientos al deseado lugar”? .Si el destino no es solamente una línea
inexorable sino como dicen los lugares de embarque para las travesías, un punto
de llegada, ahí donde un libro antes de su índice concluye, el lugar al que se
arriba tiene la dimensión de un cuerpo de mujer que no importa en qué
condiciones o desde que orígenes, dice Fernando Valli, “se sincera floreando”.
Aunque solamente un segmento se autodenomine
Épica, todo el libro está marcado por un cantar de gesta que no necesariamente
debe ser grandilocuente. Por el contrario en las líneas de Travesía lo que toma
la voz tiene un tono despojado, como debe ser el de alguien que relata un
acontecimiento. Y un hecho de discurso cuando resulta así, es un
acontecimiento. Y eso es lo que puede encontrarse en este libro.
En Enrique IV de Shakespeare, el Capitán
dice: “Tan agitados como estamos, tan pálidos. Encontramos un tiempo para la
paz, para jactarse. Y respirar acentos de viento, para comenzar en las filas
lejanas”.
Quizás como el personaje de Stevenson cuando se
echa a caminar, quizás cómo Fernando cuando con pericia y delicadeza conduce la
travesía con el timón de sus poemas. Alguna vez, alguien me regaló y está en el
escritorio de mi consultorio, una agenda que dice “nadie sale como entró”. Esto mismo, esta
leyenda, palabra que viene de lectura, puede aplicarse a este